domingo, 29 de diciembre de 2013

La realidad de las princesas




Desde los cuentos de Disney, esos que nos hacían ver cuando éramos pequeñas, nos han enseñado a que tendríamos que esperar sentadas, durmiendo o encerradas en un castillo por el príncipe azul. Crecemos, nos convertimos en mujeres y cuando creemos haber encontrado a tan esquivo príncipe vivimos por un tiempo nuestra fantasía del por siempre felices comiendo perdices, pero pasa el tiempo y te das cuenta que esto no es así: te cagan, tu cagas, el amor pasa, a veces incluso puedes encarar la violencia, y te das cuenta que esas fantasías de los cuentos son solo cuentos, ficción muy lejana a la realidad.

Te das cuenta de que los finales felices con esas espectaculares bodas y animales danzantes, jamás ocurrieron y te ves sola enfrentando un mundo que no es apto para mujeres.  Desde que somos pequeñas nos enseñan a ser damas, señoritas, una potencial cortesana  que tiene que callar en ciertas situaciones para verse más bonita. ¿Y el amor? El amor no importa mucho, debes casarte con alguien de bien, que tenga una mejor situación que tu, que pueda mantener a tu familia y  a ti. ¿Y si quiero ser profesional? Por supuesto que si, pero será por si las moscas, por si el hombre te sale malo puedas dejarlo después que te pego o te cago con otra, asi puedes comenzar otra vez y encontrar a otro hombre.

Quizás las princesas disfrutaron su fantasía hasta cuando tuvieron al maldito príncipe borracho, vomitándoles el piso que se habían esmerado en limpiar toda la tarde. Quizás fueron ellas mismas las que se convirtieron en la bruja resentida del cuento, ya que las dejaron de lado con un par de críos acuesta, sin un oficio o alguna manera de ganarse el pan. Pero, ¿porque solo las mujeres vemos este tipo de cosas? Cuando pequeños los hombres ven cosas de autos, carreras, combates, cosas un poco más violentas pero innegablemente mas realistas (a excepción de los autos y aviones parlantes).

No me mal interpreten, no digo que no podemos encontrar la felicidad. Después de que nos damos cuenta de toda la mentira y la basura irreal de los cuentos, tenemos la capacidad de desarrollarnos más allá de una cocina y un espejo que nos enseña lo linda que somos. Pero indudablemente es difícil para la mujer pensante, en especial la que no busca a ese príncipe (que también es bien vacío, ya que se enamora de la belleza de una pobre tonta que recoge flores en el bosque) encontrar la felicidad,  porque tiene más pinta de bruja que de princesa,  que finalmente los hombres también tienden a buscar.


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