martes, 22 de septiembre de 2015

¿Hasta dónde llega la vocación?




Soy profesora de una escuela con altos niveles de vulnerabilidad. Desde mi ventana veo dos tomas de terreno ilegales, en la salida de la escuela los apoderados se pelean a combos, y han habido tiroteos debajo de mi sala. Soy profesora de educación pública y hoy un niño de primero básico me mordió y luego me escupió.

Todos los días salgo de mi departamento a las 7am y camino a oscuras 7 cuadras, ya que por donde vivo no pasan micro a esa hora. No tomo colectivo debido a que es 3 veces más caro. Viajo entre 50 y 55 minutos hacia la escuela en la que trabajo. La micro me deja a 3 cuadras de ella, camino por calles llenas de bolas, mini basurales, pañales sucios y perros enfermos, hasta que al final llego a ese edificio imponente en medio de la pobla.

Mi semana consiste en hacer clases a 17 cursos. En un gran esfuerzo de producción hare un cálculo matemático: 17 cursos X 35 alumnos promedio por cada curso = 595 alumnos. De las 38 horas que aparecen en mi contrato solo 4 de ellas estan destinadas para elaborar material, revisar guias, crear pruebas, corregirlas y crear su remedial, atender apoderados, atender alumnos con problemas en mi asignatura, tener instancias de conversación con PIE y Psicosocial, investigar nuevas metodologías, realizar trabajo administrativo y otro sin fin de cosas e imprevistos. Todo esto por la módica suma de $530.000.-  (es por esto  que tengo 3 trabajos).

Lo siguiente quizás  lo han leído o escuchado, talvez en la televisión (lo dudo) o en nuestras marchas, pero no está demás repetirlo. Estudie 5 años en una buena universidad, al igual que  otros profesionales, me endeude por 15 años para pagar mi carrera, como también lo hicieron otros profesionales y me hago re cagar trabajando, incluso más que otros con los mismos años de estudios. Entonces, ¿porque cresta trabajo en condiciones tan lamentables? ¿Porque mi sueldo es tan bajo en comparación al de otro que ni siquiera estudiaron? ¿Porque tengo que sufrir y sacrificar mi salud tanto mental como física por algo que me retribuye tan poco?

Y es aquí donde surge el problema, generalmente cuando los profesores reclamamos estas situaciones, ya por años, décadas, siglos, milenios, nos vienen con la misma tontara: ¿y donde está su vocación? En lo personal cuando hace ya muchos años decidí estudiar pedagogía y lo posicione en primer lugar de mi postulación, sabía que no sería millonaria, que no tendría grandes bonos (hay veces que son tan chiquititos qua incluso da pena gastarlo o en otros casos uno duda de su existencia). Cuando ya en mis últimos años de estudios tome la determinación de trabajar en el sector publico tenia total conciencia que sería difícil (estudie en un liceo con número, probé de manera empírica lo que es alumnos fumando pito con uniforme en un rincón del patio) y el año pasado cuando decidí trabajar en esta escuela tenía más que claro que la serenidad y paz interior serian milagritos de la pacha mama. Siempre estuve consciente de que lo mío no iba por ganar millones, no iba por trabajar en un cerro, no iba en trabajar en una oficina, siempre supe que lo mío era trabajar con pequeñas personas con realidades parecidas a las que viví cuando tenía su edad. Pero a pesar de que muchos estamos conscientes de lo que conlleva  este tipo de decisiones, no estamos dispuestos a que se nos humille y se nos trate de esta manera.

Algunos de mis colegas más viejitos, llevan más de 30 años  trabajando en el sector público y en sus caras es fácil apreciar la decepción de  pelear las mismas luchas por tener dignidad en su trabajo o por ultimo un mejor sueldo y esto ha sido durante las mismas décadas que llevan trabajando. Es más, algunos de ellos debieron jubilarse hace años, pero aún no lo hacen ya que aún pelean por algún bono de retiro extra que aplaque la miseria de jubilación que recibirán.

Hoy ocurrió este incidente que comentaba al comienzo. Un niño que al llámale la atención me mordió la mano y seguido de eso me lanzo escupe (estaba resfriado, me di cuenta por el verde radioactivo de sus flemas). Agradeciendo a mis habilidades adquiridas después de ver una maratón de Matrix pude esquivar estos verdes proyectiles, pero todo este triste espectáculo me dejo muda por un largo rato, lo que termino en un par de lágrimas mientras estaba sentaba en mi sala mirando el cerro verde, producto de las inusuales lluvias en esta zona y el contraste café de los cartones de la toma que está en sus faldas.

Luego de este momento de impotencia baje al típico y jamás bien ponderado consejo de profesores. El día de hoy estaba la ATE de la escuela (asistencia técnica educativa, gente que cobra muchas lucas por en teoría ayudar algunos profes, generalmente solo matemáticas y lenguaje, a subir el simce). Hablaba una viejita sobre los resultados de un ensayo de simce. Nos pidió respuestas sobre porque eran tan bajo los resultados. Con mis colegas sugerimos factores como el comportamiento de los alumnos, el contexto social en que viven, la mala coordinación de los estamentos dentro de la unidad educativa, pero no nos pescó, ya que no era por donde quería ir la presentadora. Nos miramos y no nos quedó más que reírnos de malas ganas y hacer cualquier otra tontera. En mi caso me puse a escribir esto.

Si es que por cosas de la vida aún no saben que es el simce, es una prueba en que se miden de manera estandarizada los contenidos aprendidos por alumnos, dejando afuera de lado el contexto en el que viven, nivel socioeconómico y solo enfocándose en numeritos brutos. Lógicamente siempre ganan los particulares y nosotros los periféricos hasta nos intervienen y nos tratan malito cuando no logramos los mismos resultados con nuestros niños que en ocasiones con suerte comen dos veces al día, algunos son violentados, otros hasta abandonados.

Volviendo a lo del comienzo, no creo que sea lo correcto sentir rencor por el niño que me agredió, lo más probable es que en su casa o cerca de ella esa sea la manera en que la gente se defienda. Las 3 hojas de anotaciones que tiene ya no han servido de nada, se sigue portando terrible  y con la ATE tampoco ha aprendido mucho, sigue teniendo un muy bajo promedio que lo podría llevar a repetir. La realidad en la que viven la mayoría de estos niños, está lejos de mejorar cuando todo el sistema educacional esta tan concentrado en la obtención de logros en desmedro de las necesidades educativas de cada alumno dependiendo del contexto en el que vive. Nos fuerzan a trabajar de manera descontextualizada, como si lo hiciéramos en alguna otra escuelita si vista a las tomas, sin peleas, sin niños con padres en la cárcel, sin apoderados consumiendo pasta base afuera de la escuela.

¿Hasta dónde llega la vocación? Puedo amar la responsabilidad de educar jóvenes pobres y conflictivos, pero no puedo negar la pereza que me da cada mañana para venir a un lugar donde las cosas no funcionan bien, donde las autoridades nos limitan para hacer las cosas mal, donde siendo profesional siempre voy a tener la culpa de todo lo que no funcione.  No culpo a la escuela en la que trabajo, muchos de mis colegas y directivos hacen más de lo que pueden para sacar adelante a estos chicos. El problema, según yo,  está más arriba donde no tienen visión de lo que ocurre acá abajo. Aunque reconozco que después de trabajar un tiempo en están condiciones la indolencia, despreocupación o indiferencia, son reacciones que fácilmente se pueden apoderar de cualquier profesor.

Mientras todo esto siga pasando, no sé lo que hare en los próximos años, quizás vuelva a estudiar y vuelva a endeudarme, ya que ahora es mi sueldo el que no me permite pagar al chinchin mi propia educación o talvez siga inmersa en esta triste realidad docente hasta que me vuelva a dar una parálisis facial por el exceso de estrés o quizás por fin logre adueñarme de mi destino y corte con todo lo que odie y trate de cambiar lo que me molesta con mis propias manos. Quien lo sabrá? Ni idea, lo que si se es que esta situación no cambiara de la noche a la mañana, que cada vez que nos quejemos nos refregaran la vocación en la cara y que los niños seguirían recibiendo una mala educación.