jueves, 19 de diciembre de 2013

Jugar a ser adultos




¿Cual es el momento en que llegamos a definirnos como adultos? ¿Acaso existe alguna lista de comportamientos que debemos completar? ¿O hay determinadas características que debemos cumplir?  ¿O  acaso es cuando el empaque del supermercado nos trata de usted? ¿O más bien es cuando te das cuenta que tus padres tenían tu edad cuando te tuvieron?. De hecho si nos volvemos a plantear que nos hace adultos podríamos decir que sería tener un trabajo, pagar deudas, tener hijos, invitar a tus padres a tu casa, tener un auto,  pero si lo pensamos bien nos daremos cuenta que hay gente que incluso a los cuarenta años que realizan estas acciones con total irresponsabilidad e inmadurez.  

Hay responsabilidades, obligaciones, AFP, ISAPRE, cuentas por pagar o trámites pendientes, que en la infancia se veían divertidos, pero que en la adultez son una realidad que en algunos momentos van más allá de nuestro manejo e incluso entendimiento. Constantemente pensamos que tomamos decisiones erradas, que no estamos preparados para enfrentar algunas situaciones o simplemente sentimos que no sabemos hacia dónde va la micro de nuestras vidas, ya que nos vemos estancados en un punto donde ya no puedes culpar a nadie más por tus acciones y cualquier persona, un poco mayor que tu, se acerca a regañarte o aconsejarte solo porque tiene más tiempo viviendo en este mundo.  Recuerdan cuando íbamos a la escuela, veíamos a gente mayor que nosotros y teníamos la confianza de preguntarles sobre todo creyendo que solo por tener más años que nosotros sabrían las respuestas, bueno ahora nos damos cuenta que no sabemos ni una mierda sobre muchas cosas e evitamos esas acosadoras preguntas infantiles.

Hace poco leí que ser adulto significa madurar emocionalmente, manejar nuestros sentimientos, aprender a perdonarse y perdonar a los demás, crear proyectos y seguir adelante lo mejor posible. Pero veo y me doy cuenta que jugamos a ser mayores, fingimos saber que es lo que estamos haciendo, pero cuando nos sacamos el disfraz de adulto seguimos riendo como niños y disfrutando de juegos. Quizás llegar a ese equilibrio donde puedes cumplir con tus responsabilidades, posees armonía emocional  y no dejas  a tu niño interior nos de nuestra licencia de adulto verdadero


Finalmente creo que es un pensamiento humilde creer que aun eres joven y que aun tienes mucho por conocer, recorrer y aprender. Hace poco un señor de una botillería me pidió mi identificación para comprobar que era mayor de edad, por fuera reí y  dije “señor tengo 25 años”. Por dentro reflexioné “mierda aun me veo y visto como pendeja”. Pero independiente de mi imagen externa prefiero verme y sentirme Forever Young para seguir aprendiendo, a verme como pendeja fingiendo ser mayor con las patas chuecas por los tacos y con pajaritos en la cabeza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario