jueves, 5 de junio de 2014

Soy mujer y lloro


Ya sea por tristeza, frustración, alegría e incluso teniendo sexo, cuando una emoción es fuerte las lagrimas nos invaden. Somos mujeres y llorar no es algo que nos cueste. Tratamos de controlarlo, pero ya sean por las hormonas, nuestra sensibilidad, o alguna cosa fuera de nuestro control, el llanto es algo difícil de dominar.

Personalmente me declaro una mujer que se emociona fácilmente y el llanto es una manifestación recurrente en mis ojos, algo más común de lo que me gustaría. Hubo una época, un periodo de varios años, en los que esto me era imposible de manejar, lloraba día por medio y por cualquier motivo o mínima estimulación. Pero luego de un gran cambio en mi vida, esos llantos solo quedaron para ciertas emociones especiales, pero a pesar de esto aun existen ocasiones en las cuales no me puedo aguantar y dejo que el llanto corra.

Nuestro género opuesto tiende a creer que nuestro llanto se relaciona profundamente con los sentimientos que generamos hacia ellos, pero lamentablemente, para su ego, esto no es verdad. Como mujeres nos enfrentamos a situaciones complejas, mas roles que cumplir, mas cosas por las que preocuparnos y más peso sobre nuestros hombros, especialmente si se nos ocurre salir de la casa para crecer como personas, lo que hace que las presiones a las cuales nos vemos enfrentadas en momento sean más de las que podemos soportar. Tenemos millones de cosas por las cuales preocuparnos más importantes que un pene.

Conversando con algunas amigas, me he dado cuenta que incluso la más fuerte de las mujeres, en momentos tiene que aguantarse ese nudo en la garganta provocado por alguna situación, emoción o felicidad. Lamentablemente es esta una de las razones por las cuales los hombres nos califican como débiles, ya que en varias circunstancias y a pesar de hacer esfuerzos sobre humanos no encontramos más opciones que soltar las lagrimas. Es un recurso que aun que no queramos inevitablemente terminamos cayendo en el, lo que no significa que nos vean llorando por todos los rincones, si fuera así ya hubiera ocurrido el segundo diluvio, pero las lagrimas si llegan a nuestros ojos femeninos fácilmente.

En la actualidad, como mujeres que queremos desmarcarnos del prototipo que nos encasilla como débiles y lloronas, nos prohibimos las lagrimas y preferimos aguantarnos ese nudo antes que nos vean lagrimando por los rincones.  De cierta manera, la intención de generar igualdad de géneros  nos hace inhibirnos en un acto natural e inherente a ser mujer.  No creo que realmente sea un signo de debilidad, simplemente es un acto de honestidad con nosotras mismas, pero lamentablemente en esta sociedad machista es mejor guardarlo, no dejarnos ver con lagrimas y mostrarnos en cualquier circunstancia como mujeres indestructibles.

No es algo de que avergonzarse son nuestras lagrimas, la manifestación de nuestras emociones, de lo que sentimos. Lloramos porque tenemos pena, porque somos felices, porque algo es hermoso, porque estamos enamoradas, porque ya no lo estamos, porque algo nos frustra, porque tenemos rabia, porque algo nos emociona, lloramos porque somos mujeres.