Ya sea por tristeza, frustración, alegría e incluso teniendo
sexo, cuando una emoción es fuerte las lagrimas nos invaden. Somos mujeres y
llorar no es algo que nos cueste. Tratamos de controlarlo, pero ya sean por las
hormonas, nuestra sensibilidad, o alguna cosa fuera de nuestro control, el
llanto es algo difícil de dominar.
Personalmente me declaro una mujer que se emociona
fácilmente y el llanto es una manifestación recurrente en mis ojos, algo más
común de lo que me gustaría. Hubo una época, un periodo de varios años, en los
que esto me era imposible de manejar, lloraba día por medio y por cualquier
motivo o mínima estimulación. Pero luego de un gran cambio en mi vida, esos
llantos solo quedaron para ciertas emociones especiales, pero a pesar de esto
aun existen ocasiones en las cuales no me puedo aguantar y dejo que el llanto
corra.
Nuestro género opuesto tiende a creer que nuestro llanto se
relaciona profundamente con los sentimientos que generamos hacia ellos, pero
lamentablemente, para su ego, esto no es verdad. Como mujeres nos enfrentamos a
situaciones complejas, mas roles que cumplir, mas cosas por las que
preocuparnos y más peso sobre nuestros hombros, especialmente si se nos ocurre
salir de la casa para crecer como personas, lo que hace que las presiones a las
cuales nos vemos enfrentadas en momento sean más de las que podemos soportar.
Tenemos millones de cosas por las cuales preocuparnos más importantes que un
pene.
Conversando con algunas amigas, me he dado cuenta que incluso
la más fuerte de las mujeres, en momentos tiene que aguantarse ese nudo en la
garganta provocado por alguna situación, emoción o felicidad. Lamentablemente
es esta una de las razones por las cuales los hombres nos califican como
débiles, ya que en varias circunstancias y a pesar de hacer esfuerzos sobre
humanos no encontramos más opciones que soltar las lagrimas. Es un recurso que
aun que no queramos inevitablemente terminamos cayendo en el, lo que no
significa que nos vean llorando por todos los rincones, si fuera así ya hubiera
ocurrido el segundo diluvio, pero las lagrimas si llegan a nuestros ojos
femeninos fácilmente.
En la actualidad, como mujeres que queremos desmarcarnos del
prototipo que nos encasilla como débiles y lloronas, nos prohibimos las
lagrimas y preferimos aguantarnos ese nudo antes que nos vean lagrimando por
los rincones. De cierta manera, la
intención de generar igualdad de géneros
nos hace inhibirnos en un acto natural e inherente a ser mujer. No creo que realmente sea un signo de
debilidad, simplemente es un acto de honestidad con nosotras mismas, pero
lamentablemente en esta sociedad machista es mejor guardarlo, no dejarnos ver
con lagrimas y mostrarnos en cualquier circunstancia como mujeres indestructibles.
No es algo de que avergonzarse son nuestras lagrimas, la
manifestación de nuestras emociones, de lo que sentimos. Lloramos porque
tenemos pena, porque somos felices, porque algo es hermoso, porque estamos
enamoradas, porque ya no lo estamos, porque algo nos frustra, porque tenemos
rabia, porque algo nos emociona, lloramos porque somos mujeres.